Confiar en dios

confiar en dios

Fe simplemente significa "confianza". Podemos confiar plenamente en Jesús para nuestra salvación. El Nuevo Testamento nos dice claramente que no somos justificados por nada de lo que podamos hacer, sino simplemente por confiar en Cristo el Hijo de Dios. El apóstol Pablo escribió: "Por tanto, creamos ahora que el hombre debe ser justo sin las obras de la ley, solo por la fe" (Romanos 3,28).

La salvación no depende de nosotros en absoluto, ¡solo de Cristo! Si confiamos en Dios, no hay necesidad de intentar ocultarle ninguna parte de nuestra vida. No tememos a Dios ni siquiera cuando pecamos. En lugar de tener miedo, confiamos en que él nunca dejará de amarnos, estar a nuestro lado y ayudarnos en el camino para superar nuestros pecados.

Si confiamos en Dios, podemos entregarnos a nosotros mismos con plena confianza de que Él nos transformará en la persona que queremos que sea. Cuando confiamos en Dios, descubrimos que Él es nuestra más alta prioridad, la base y la sustancia de nuestras vidas. Como Pablo dijo a los filósofos en Atenas, vivimos, tejemos y estamos en Dios. Él es más importante para nosotros que cualquier otra cosa, más valioso que las posesiones, el dinero, el tiempo, la reputación e incluso esta vida finita. Confiamos en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros y queremos complacerlo. Él es nuestro punto de referencia, nuestra base para una vida significativa.

Queremos servirle a Él, no por miedo sino por amor, no por indignación, sino con alegría por libre albedrío. Confiamos en su juicio. Confiamos en su palabra y en sus caminos. Confiamos en que él nos brinde un nuevo corazón, que nos haga cada vez más como él, que nos haga amar lo que ama y aprecie lo que aprecia. Confiamos en él que siempre nos ama y nunca nos abandona.

Una vez más, nunca podríamos hacer nada de esto por nuestra cuenta. Es Jesús quien hace esto en nosotros y por nosotros, desde dentro, a través de la obra transformadora del Espíritu Santo. Somos, por voluntad y propósito de Dios, sus hijos amados, redimidos y comprados por la preciosa sangre de Jesús.

El apóstol Pedro escribió: «Porque sabéis que no sois redimidos de vuestro inútil andar en el camino de los padres con plata u oro perecederos, sino con la preciosa sangre de Cristo como Cordero inocente e inmaculado. Aunque fue elegido antes de la fundación del mundo, se revela al final de los tiempos por ustedes »(1. Pedro 1,18-20).

Podemos confiar a Dios no solo en nuestro presente, sino también en nuestro pasado y futuro. En Jesucristo nuestro Padre celestial redime toda nuestra vida. Como un niño pequeño, audaz y contento en los brazos de su madre, podemos descansar seguros en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

por Joseph Tkach