justificación

Justificación 516“Tuve que comprar el par de zapatos y encontré algunos en oferta. Combinan perfectamente con el vestido que compré la semana pasada". "Tuve que acelerar mi auto en la Autobahn porque los autos detrás de mí aceleraron y me obligaron a ir más rápido". "Me comí este pedazo de pastel porque era el último y necesitaba hacer espacio en la nevera". “Tuve que usar una pequeña mentira piadosa; porque no quería herir los sentimientos de mi novia".

Todos hemos hecho eso. Empezamos siendo niños y seguimos haciéndolo como adultos. Lo hacemos cada vez que hacemos algo que sabemos que no deberíamos, cosas por las que deberíamos sentirnos culpables. Pero no nos sentimos culpables porque pensamos que tenemos una buena razón para lo que hacemos. Vimos una necesidad que nos obligaba a hacer lo que, al menos en ese momento, parecía necesario, y tampoco parecía perjudicar a nadie. Se llama justificación, y la mayoría de nosotros lo hacemos sin siquiera darnos cuenta. Puede convertirse en un hábito, una forma de pensar que puede evitar que nos responsabilicemos de nuestras acciones. A menudo me justifico cuando abro mi gran boca y digo algo poco amistoso o crítico.

Sí, digo cosas desagradables de vez en cuando. La lengua es difícil de controlar. Cuando me justifico, (casi) elimino mi culpa y me permito la satisfacción de haber ayudado al receptor de mis comentarios a aprender y crecer espiritualmente.
Nuestra justificación hace varias cosas por nosotros. Puede ayudarnos a sentirnos superiores a los demás. Puede quitarnos la culpa. Nos ayuda a sentir que tenemos razón y que lo que hicimos está bien. Nos puede dar una sensación de seguridad de que no experimentaremos ninguna consecuencia negativa. ¿Derecha? ¡Incorrecto! Nuestra propia justificación no nos hace inocentes. No ayuda, simplemente nos da la idea equivocada de que podemos salirse con la nuestra. ¿Existe alguna justificación que nos haga inocentes? La justificación a los ojos de Dios define un acto por el cual los pecadores injustos son justificados a través de Jesús.

Si Dios nos justifica por la fe y solo por la fe, nos absuelve de la culpa y nos hace aceptables para él. Su justificación no es como la nuestra, por la cual tratamos de presentarnos sin culpa por las llamadas buenas razones de nuestro mal. La verdadera justificación viene solo por medio de Cristo. Es su justicia la que Dios nos inculca como una cualidad que no es la nuestra.

Cuando somos verdaderamente justificados por la fe viva en Cristo, ya no sentimos que necesitamos justificarnos a nosotros mismos. La justificación divina depende de la fe verdadera, que a su vez conduce inevitablemente a obras de obediencia. La obediencia a nuestro Señor Jesús nos hará darnos cuenta de nuestras responsabilidades en las circunstancias mencionadas al principio de este artículo, para que podamos apropiarnos de ellas. Nos daremos cuenta de nuestros motivos, asumiremos la responsabilidad y nos arrepentiremos.

La justificación real no da una falsa sensación de seguridad, sino una seguridad real. No seremos justos ante nuestros propios ojos, sino ante los ojos de Dios. Y esa es una posición mucho mejor.

por Tammy Tkach


pdfjustificación