Estanque o rio?

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De niña, pasé un tiempo con mis primos en la granja de la abuela. Bajamos al estanque y buscamos algo emocionante. ¿Qué teníamos allí para divertirnos? Cogimos ranas, nos metimos en el lodo y descubrimos algunos habitantes viscosos. Los adultos no se sorprendieron cuando regresamos a casa embadurnados de suciedad natural, a diferencia de lo que nos quedaba.

Los estanques son a menudo lugares llenos de barro, algas, pequeños bichos y totora. Los estanques alimentados por una fuente de agua dulce pueden promover la vida y aun así convertirse en agua estancada. Si el agua está quieta, carece de oxígeno. Las algas y las plantas herbáceas pueden crecer. En contraste, el agua dulce en un río que fluye puede alimentar a muchas especies diferentes de peces. ¡Si yo necesitara agua potable, sin duda preferiría el río y no el estanque!

Nuestra vida espiritual puede ser comparada con estanques y ríos. Podemos pararnos, como un estanque que está rancio y no se mueve, que es insípido y que ahoga la vida. O estamos frescos y vivos como un pez en el río.
Para mantenerse fresco, un río necesita un manantial fuerte. Cuando la primavera se seca, el pez muere en el río. Espiritual y físicamente, Dios es nuestra fuente, nos da vida y fortaleza y nos renueva constantemente. No tenemos que preocuparnos de que Dios pierda su poder. Es como un río que fluye, fuerte y siempre fresco.

En el Evangelio de Juan, Jesús dice: "El que tenga sed, venga a mí y beba". El que cree en mí, como dicen las Escrituras, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7,37-38).
Esta invitación a venir y beber es la culminación de una serie de referencias al agua en este evangelio: el agua se transformó en vino (capítulo 2), el agua del renacimiento (capítulo 3), el agua viva (capítulo 4), la purificación. agua de Betesda (capítulo 5) y la calma del agua (capítulo 6). Todos señalan a Jesús como el agente de Dios que trae la oferta de vida llena de gracia de Dios.

¿No es maravilloso cómo Dios provee para los sedientos (todos nosotros) en esta tierra seca y árida donde no hay agua? David lo describe de esta manera: “Dios, tú eres mi Dios que busco. Mi alma tiene sed de ti, mi cuerpo te anhela desde la tierra seca y árida donde no hay agua” (Salmo 63,2).

Todo lo que nos pide es venir a beber. Todos tienen permitido venir y beber del agua de la vida. ¿Por qué hay tanta gente sedienta parada frente al pozo que se niega a beber?
¿Tienes sed, incluso sufres de deshidratación? ¿Eres como un estanque viejo? El refrigerio y la renovación son tan cercanos como su Biblia y cómo una oración está disponible al instante. Ven a Jesús todos los días y toma un buen refresco, toma de la fuente de su vida y no olvides compartir esta agua con otras almas sedientas.

por Tammy Tkach


 

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