A favor del rey

Como muchas otras personas, estoy interesado en la familia real británica. El nacimiento del nuevo Prince George fue un evento particularmente emocionante no solo para los padres recién casados, sino también para la historia que este pequeño niño lleva con él.

He leído libros sobre los reyes y sus cortes, y he visto documentales históricos y películas. Noté que la persona cuya cabeza lleva la corona lleva una vida insegura y también aquellos que están cerca del rey. Un día son la compañía favorita del rey y al siguiente los llevan a la guillotina. Incluso los confidentes más cercanos del rey no podían estar seguros de su lealtad. En el momento de Enrique VIII, las cabezas rodaban alarmantemente. En días pasados, los reyes decidían arbitrariamente si les gustaban o no. A menudo usan a la gente para poner sus propios planes en acción. La corte y, a veces, incluso el país entero contuvieron el aliento cuando el rey murió, porque no sabían si estarían mejor con el difunto o el próximo monarca.

Es bastante fácil ver de dónde proviene la legalidad en los círculos cristianos y por qué confundimos el ser de Dios con las cualidades de los líderes, los padres y otras autoridades. Para aquellos que vivían en una monarquía, el rey estaba casi a la par con Dios. Lo que dijo era ley y todos dependían de su gracia, aunque creía que estaba demasiado lejos para ser visto.

Si no entendemos quién es Dios, también podemos creer que sus leyes son arbitrarias, que dependemos de su ira y que si nos mantenemos lo suficientemente lejos de él no seremos vistos. Después de todo, él está demasiado ocupado para cuidar de cada uno. Él está lejos, en algún lugar en el cielo. O, creemos estar seguros, si hacemos todo lo posible por su voluntad: muchas personas creen que solo pueden ganar su favor siendo lo suficientemente buenas para Dios. Pero Dios no es como los reyes terrenales. Él gobierna el universo con amor, gracia y bondad. Él no actúa arbitrariamente y no juega juegos con nuestras vidas.

Él nos aprecia y nos respeta como los hijos que ha creado. Él no decide quién vive y quién muere a su antojo, sino que nos permite vivir nuestras vidas plenamente y tomar nuestras propias decisiones, para bien o para mal.

Ninguno de nosotros, sin importar la decisión que tome, tiene que preocuparse de si estamos a favor de nuestro Rey Jesús o no. Vivimos en y por la gracia de Dios, que es eterna, amorosa y completa. La gracia de Dios no tiene límites. Él no nos lo da en un día y la próxima vez nos lo devuelve. No tenemos que ganar nada de él. Su gracia está siempre disponible, siempre es abundante e incondicional, como lo es el amor de Dios. Bajo el amor y el cuidado de nuestro rey, no debemos preocuparnos por nuestra cabeza, porque siempre estamos a su favor.

por Tammy Tach


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