El Rey de reyes vino a su pueblo, los israelitas, en su posesión, pero su pueblo no lo recibió. Deja su corona real con su Padre para tomar sobre sí la corona de espinas de los hombres: "Los soldados tejieron una corona de espinas, y se la pusieron en la cabeza, y le pusieron un manto de púrpura, y acercándose a él, le dijeron ¡Salve, Rey de los judíos! Y le golpearon en la cara" (Juan 19,2-3). Jesús se deja burlar, coronar de espinas y clavar en la cruz. ¿Recordamos el Jardín del Edén? Adán y Eva perdieron la corona de la verdadera humanidad en el paraíso. ¿Por qué los cambiaron? ¡Por espinas! Dios…